lunes, 23 de septiembre de 2013

De la sabiduría



No hay gloria alguna en ser sabio entre los sabios, la única gloria consiste en permanecer sabio y enseñar la sabiduría en el jaleo y la tormenta. La luz interior debe ser encontrada en las tinieblas, solo esto es glorioso a la mirada de Dios. Es muy fácil creer en la vida, en Dios y retirarse de la vida para vivir una vida de supuesta comunión con Dios. De hecho, en este caso, lo único que hacemos es vivir una vida en comunión con su ego centrado hacia Dios. Es fácil proclamar el amor y la sabiduría e incluso vivirlos sin estar en el mundo. Es al contrario arduo afrontar la ignorancia y el egoísmo planetarios para hacer mover el mundo. El amor no necesita recogimiento ni retiro porque, si es verdadero, puede vivir y afirmarse cualesquiera que sean las circunstancias externas. El amor es una palabra de sabiduría aportada a los violentos. La sabiduría es una forma de luz interior que no puede ser destruida por la luz del egoísmo. Solo aquel que recorre el mundo y predica la sabiduría entre los demás y no en el exterior está en el amor. Solo aquel que se rebaja a pesar de su grandeza espiritual es realmente grande. La humildad es necesaria para la sabiduría. La vía de Dios es simple y directa, sean cuales sean los obstáculos y los sufrimientos. Esta es abandono de todo lo que es el yo para algo más bello. El amor es sabio, no fuerza, no violenta a nadie; se basta a sí mismo porque es unidad. El sabio es unidad en el seno de la multiplicidad. Encarna una de las virtudes esenciales que todo hombre debería perseguir, porque en la sabiduría se encuentra el corazón pacificado, la razón verdadera y la emoción única: aspirar a ser Dios.

JEAN-LUC AYOUN


“NO MALDIGAS LAS TINIEBLAS, SOLO ENCIENDE LA LUZ”


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